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"EL GRAN SALTO: DE PRIMARIA A SECUNDARIA, UN CAMINO QUE NO DEBERÍA DAR MIEDO", EL DIARI DE L’EDUCACI
DIARI DE L’EDUCACIÓ - 14/11/2025
¿Cómo
tenemos a nuestro alumnado, ahora mismo?
Cada septiembre, decenas de chicos y chicas cruzan la puerta de un nuevo centro con la mochila cargada… pero no solo de libros. También llevan angustia, incertidumbre y miedo. El paso a la secundaria, que debería ser una nueva aventura, a menudo se convierte en un trance silencioso que viven tanto alumnos como familias.
Es sobrecogedor ver a un hijo o hija llorar, abrumado por la presión, por la exigencia o simplemente por la sensación de no saber dónde pertenece.
Este cambio no es solo un salto físico de centro. Es mucho más profundo: es el paso de la infancia a la adolescencia, un momento clave que marcará su desarrollo personal, emocional y académico.
¿Qué
pasa dentro de este alumnado?
Siguiendo la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget, los niños/as de unos once o doce años entran en la fase de las operaciones formales. Empiezan a pensar de manera más abstracta, a cuestionar, a querer comprender el mundo… pero también se enfrentan a cambios que sacuden su equilibrio.
Entre los cambios más destacados encontramos:
- Cambios sociales: pasan de ser los mayores de la escuela a ser los pequeños del nuevo centro. Pierden referentes conocidos, profesores de confianza y espacios seguros. De repente, deben convivir con adolescentes más mayores, encontrar nuevos amigos y adaptarse a una nueva cultura escolar.
- Cambios académicos: desaparece la figura única del maestro/a de referencia. Ahora cada asignatura tiene un profesorado diferente, con formas propias de enseñar y evaluar. El alumnado debe convertirse, casi de un día para otro, en responsable de su propio aprendizaje. Los exámenes se acumulan, el volumen de materia crece, y muchos chicos y chicas —especialmente quienes provienen de escuelas con metodologías activas o trabajo por proyectos— se sienten desbordados y desorientados.
- Cambios personales: el interés por los estudios suele disminuir y aumenta el peso de la vida social. El grupo de iguales, la aceptación y la imagen personal se vuelven prioritarios..
¿Qué
percibe el alumnado de primero de ESO?
Hasta ahora dominaban su mundo: sabían adónde iban, quién les escuchaba, cómo se organizaban. De repente, todo cambia. Pierden su estatus, su lugar, y con ello también una parte de su autoconcepto y bienestar emocional (Midgley y Maehr, 2000).
Según Ruiz, Castro y León (2010), este cambio provoca una caída en la satisfacción personal y en las expectativas.
Los motivos son claros:
- Un sistema organizativo muy diferente.
- Falta de hábitos de autogestión.
- Dificultad para controlar el tiempo.
- Mayor nivel de exigencia y carga académica.
- Más cantidad de exámenes.
- Diferencias notables en los estilos pedagógicos.
¿El resultado? Desmotivación, estrés, frustración, ansiedad… y en algunos casos, desconexión emocional con el aprendizaje.
¿Cómo
podemos evitarlo?
Diversos autores, como Graham y Hill (2003) o Mizelle y Irvin (2000), destacan la urgente necesidad de programas de transición entre primaria y secundaria. Este puente pedagógico no solo reduce el estrés del alumnado, sino que garantiza una entrada más suave, humana y coherente entre etapas.
Esta coordinación debería incluir:
- Conocimiento previo del alumnado. La presencia del tutor/a y del orientador/a del centro de Secundaria es clave para hacer un traspaso significativo.
- Atención a la diversidad. Hay que continuar el trabajo hecho en primaria, respetando ritmos y necesidades. No podemos permitir que se pierda el talento del alumnado con altas capacidades; el talento puede desvanecerse si no se cuida.
- Prevención de dificultades de adaptación. No solo curriculares, sino también personales y emocionales.
- Unificación de criterios pedagógicos. Evitar la ruptura entre metodologías y maneras de evaluar.
- Acompañamiento constante. La evaluación debe servir para orientar, no para juzgar. Forma parte del proceso de mejora y aprendizaje.
- Impulso de la autonomía y de la autorregulación. Hay que enseñarles a aprender, a organizarse, a gestionar emociones y a desarrollar competencias para la vida.
- Formación y apoyo a las familias. Es necesario ofrecer espacios para entender los cambios evolutivos, emocionales y sociales de sus hijos, así como la cultura y organización de la secundaria.
El
papel clave del pedagogo/a: un puente entre mundos
Desde el COPEC reivindicamos la importancia del pedagogo/a como figura clave en este proceso: asesorando, coordinando y orientando el Proyecto Educativo tanto de primaria como de secundaria. Porque es quien puede ayudar a diseñar este puente seguro entre dos etapas vitales, asegurando que ningún alumno/a se sienta perdido, invisible o desbordado, potenciando el talento y la autoestima tan necesaria para el bienestar emocional.
Solo con una mirada global, empática y profesional podremos asegurar que esta transición sea una etapa de oportunidades y no de sufrimiento.
Cada alumno/a merece comenzar la Secundaria con ilusión, seguridad y confianza. No podemos permitir que el miedo o la angustia les hagan perder el gusto por aprender. Acompañémoslos. Démosles alas.
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Fecha de publicación: 17/11/2025





